Origen del Día de la Madre
Anna Jarvis, nacida en 1864 en Virginia Occidental, es conocida como la creadora del Día de la Madre en Estados Unidos. Su inspiración provino de su madre, Ann Reeves Jarvis, una activista comunitaria que dedicó su vida a mejorar las condiciones de salud durante la Guerra Civil estadounidense. Tras el fallecimiento de su madre en 1905, Anna decidió rendirle homenaje creando una festividad especial.
La primera celebración del Día de la Madre
En 1908, Anna organizó la primera celebración oficial del Día de la Madre en Grafton, Virginia Occidental. Eligió el segundo domingo de mayo, coincidiendo con el aniversario de la muerte de su madre, para resaltar su significado personal.
Día de la Madre: El Reconocimiento Nacional
La iniciativa de Anna Jarvis tuvo una aceptación rápida y masiva. En 1914, el presidente Woodrow Wilson proclamó el Día de la Madre como una festividad nacional en Estados Unidos. Desde entonces, se celebra anualmente el segundo domingo de mayo.
Día de la Madre, la Desilusión mas grande de Anna Jarvis
Aunque logró establecer la festividad, Anna pronto se sintió profundamente decepcionada al observar cómo el Día de la Madre se comercializaba. La festividad, que ella imaginó como un homenaje íntimo y personal, comenzó a transformarse en un evento lucrativo.
La lucha contra la mercantilización del Día de la Madre.
Anna se opuso vehementemente a esta comercialización. Emprendió acciones legales contra empresas y organizaciones que, a su juicio, estaban explotando el significado de la festividad con fines económicos. A pesar de sus esfuerzos, el Día de la Madre se convirtió en una de las fechas más rentables para la industria de regalos y tarjetas.
El Legado de Anna Jarvis
Anna Jarvis pasó sus últimos años luchando contra la versión comercial del Día de la Madre que había surgido. Falleció en 1948, frustrada por la dirección que tomó su creación.
Dia de la madre, Un legado ambiguo
A pesar de sus esfuerzos, el Día de la Madre perdura como una celebración global, aunque de una forma que Anna nunca imaginó ni deseó.